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Los Reyes más EXTRAÑOS del MUNDO

4 enero, 2018

El poder es algo misterioso. Independientemente de cómo llegue a las manos de las personas, las afecta. Ellas pueden ser moralmente corrompidas, pueden usar lo que tienen para hacer el bien, pueden corromper otros… pero el poder a veces afecta ciertos hábitos y acaba generando una cierta excentricidad en la persona.

En este artículo, vamos a recordar reyes y reinas que pasaron tantos años en el poder que eso acabó haciéndonos muy extraños:

1. Rey Ludwig II (1845-1886)

Este monarca de Bavaria le gustaba básicamente: comer al aire libre, hacer cosplay: del compositor Richard Wagner y de castillos. Él comía al aire libre aunque estuviera un temporal  y le gustaba vestirse con ropas típicas de otras épocas (a veces tradicional de otra nación). Además, sus castillos necesitaban ser igual a los de obras de teatro o de cuentos de hadas.

2. Zar Pedro, el Grande (1672-1725)

A Pedro le gustaba a los enanos. Mucho. Él podía tratar mal a todos, menos a los enanos. Él daba grandes fiestas para sus bodas y hacía grandes funerales cuando morían. También le gustaba los dientes y se disfrutaba de arrancarlos.  Si querían  ganar favores del zar,  sólo debían  permitir que él arrancara sus dientes.

3. Rey Frederick William I (1688-1740)

Mientras Pedro, El Grande gustaba de enanos, Rey Frederick William I le gustaban a las personas altas. Cuando más altas, mejor. Él creó un regimiento sólo para hombres altos. Era necesario tener al menos 1,80 metros, pero los hombres solían ser mucho más altos que eso, ya que, cuantos más altos, mejor pagados. Él estaban tan obsesionado, que hacía que hombres y mujeres altos tuvieran relaciones íntimas para generar hijos altos.

4. Rey Farouk (1920-1965)

No al azar que fue el último rey de Egipto. Él era una persona infantil y desequilibrada que tenía mucho poder en las manos. Durante los eventos oficiales, jugaba con la comida y gritaba. Él gustaba de apretar su bocina, hecha especialmente para parecer el sonido de un perro siendo atropellado. Además, por no gustar una estación de tren que él usaba muy poco, él mandó demoler y construir otra a un precio muy alto.