¿Por qué hay muchas personas que tienen dientes perfectos con muy poco mantenimiento, mientras que otros siguen teniendo problemas dentales no importa cuán a menudo se cepillen con pasta e hilo dental? La respuesta puede ser más sencilla de lo que pensarías. Mantener una buena higiene bucal no es lo único que mantendrá los dientes en perfecto estado. También necesitas vivir un estilo de vida saludable y consumir un montón de vitamina D, ya que sin ella los niveles de calcio en tu cuerpo estarán lejos de ser equilibrados.
Las consecuencias dentales de una deficiencia de vitamina D:
La gingivitis, también conocida como sangrado de las encías, es un signo de inflamación no sólo dentro de tu boca, sino también dentro de muchas otras partes de tu sistema inmunológico. Se considera que tu boca es una extensión de la mucosa intestinal, que es donde se encuentra el 80% de tu sistema inmunológico.
Al igual que el intestino, la boca es un lugar donde hay interacciones entre los microbios y las células inmunes. Dado que la vitamina D tiene un papel vital en la gestión de tu sistema inmunológico, es un componente esencial no sólo de la higiene dental, sino de la inmunidad general también.
Una de las principales funciones de la vitamina D es ayudar a tu sistema digestivo en la absorción de calcio. Esto es crucial para el mantenimiento de huesos y dientes sanos. Si hay suficiente vitamina D, se crean células guardianas que ayudan a reparar los dientes dañados. Sin embargo, la carencia de la vitamina D dará lugar a la caries dental que gradualmente empeora, e irá terminando con tus dientes sin control.
Controla tu vitamina D
Si crees que no estás recibiendo suficiente vitamina D, hay bastantes cambios dietéticos y de estilo de vida que puedes elegir:
• Exponerse a la luz del sol durante al menos 30 minutos al día, asegurándose de mantener los brazos y la cara expuestos.
• Tome una o dos porciones de alimentos ricos en vitamina D al día. Los alimentos ideales incluyen pescado, huevos, leche y queso.
• Hacer un esfuerzo extra si sufres de problemas de hígado, inmunológico o digestivo, ya que estos afectan negativamente la conversión de tu cuerpo de la vitamina D.